Desplazados
Ya no están aquí
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Habitados por la incertidumbre
Sin concluir el poema
se vieron forzados
a cambiar de página
El silencio es ahora su único alfabeto
Un nuevo abecedario
se deletrea en la pizarra escolar
de nuestros hijos
Con un puñado de cadáveres en el bolsillo
al lado del trompo y sus canicas
Con un puñado de cadáveres
que se irán desparramando
por las riveras del olvido
Un nuevo abecedario
se deletrea en la pizarra escolar
de nuestros hijos
poema ganador en CONCURSO NACIONAL POESÍA CAPITAL
CASA DE POESÍA SILVA 2005
Desde este lado oriente de la ciudad
la ciudad se extiende
a lo largo y ancho
como un monstruo gris incontenible
Desde este lado oriente de la ciudad
escucho el rumor y la estridencia
el caudaloso río de una jauría ansiosa por devorar el tiempo
De este lado oriente de la ciudad
en que vivo
unas cuántas calles empinadas, más abajo
vivió María Mercedes
imagino que muchos días al despertar, a lo mejor todos,
al abrir, de par en par, su ventana
para saludar las fatigas que tocaban las puertas del nuevo día
se encontró con la misma ciudad que me encuentro yo cada mañana
y la anheló de nuevo más pequeña
con menos pretensión de edificio desbocado hacia el cielo
a salvo de ensordecedoras congestiones
más llena de rocío y de paraguas
como en la época de su infancia
cuando era más suya
y subía a los cerros para arroparla toda con una sola mirada
y luego corría por sus calles para recoger la poesía de la lluvia lenta
o, simplemente, jugaba con el aire dando pequeños saltos
para no salpicar su uniforme de la escuela
en los espejos que quedaban de la lluvia
sobre calles y andenes
De este lado oriente de la ciudad
con viejas casas
y memoria de una cierta arquitectura provinciana
donde las fachadas guardan el olor del miedo de los vecinos
y las esquinas y zaguanes la ansiedad del asaltante
- esa mala fama
que estos barrios han adquirido con el devenir de los años -
María Mercedes destendió su cama
con la serenidad propia de quien ya no tiene prisa alguna
y se acostó abrazada al adiós de su existencia
se cansó de ser extranjera de sí misma
de hablar a solas ante el espejo
de su desolada presencia
en esta urbe con millones de habitantes
dejó en el viento besos y sonrisas suficientes
para que su hija comprendiera su ausencia escogida
y se fue al encuentro de respuestas
para ese puñado de preguntas que siempre tuvo
A esta hora ya debe saber
si Rimbaud soñaba cuando soñaba Verlaine
o, si sólo "se trata de un tema
de escritores sin oficio"
en una ciudad que nos resulta cada vez más ajena.